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Chau soledad

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  Ya no trates de detenerme. Era inevitable. Nuestra relación no funciona y se que tu también te has dado cuenta que ya no me interesa compartir mis dias contigo y tu misma estas cada vez más distante. A pesar de los buenos momentos que disfrutamos, confieso que no han sido los mejores de mi vida. Te buscaba y te deseaba con el alma y después de tenerte quedaba en mi una horrible resaca de tristeza y angustiante deseo de no volver a verte. Quizás quieras una explicación sincera. Es lo mismo que te imaginas, tus celos son fundados. Tampoco puedes pretender serlo todo en mi vida. Tarde o temprano esto tenía que pasar. Si te explico lo que sucede en mi corazón de humano no lo vas a entender. Estas hecha de aislamiento, lejanía, clausura y silencio. Estas privada de conocer lo maravilloso que es vivir sin ti misma. Ahora que me despido de ti y a pesar de tus ruegos y promesas, se que iras a buscar a otro, a mendigarle que te entregue su corazón triste y roto; el mío ya no está así y ya no

LOS LATIDOS

Te sientas junto a mi a dibujar el silencio al que nos escapamos a soñar, dueños de lo efímero, cómplices de la calma, la prisa y la espera.

Tus manos

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Cuando tus manos salen, y amor, hacia las mías, qué me traen volando? Por qué se detuvieron en mi boca, de pronto, por qué las reconozco como si entonces antes, las hubiera tocado, como si antes de ser hubieran recorrido mi frente, mi cintura? Su suavidad venía volando sobre el tiempo, sobre el mar, sobre el humo, sobre la primavera, y cuando tú pusiste tus manos en mi pecho, reconocí esas alas de paloma dorada, reconocí esa greda y ese color de trigo. Los años de mi vida yo caminé buscándolas. Subí las escaleras, crucé los arrecifes, me llevaron los trenes, las aguas me trajeron, y en la piel de las uvas me pareció tocarte. La madera de pronto me trajo tu contacto, la almendra me anunciaba tu suavidad secreta, hasta que se cerraron tus manos en mi pecho y allí como dos alas terminaron su viaje.

Quería

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Quería escribirte una carta a mano con versos aún no pronunciados por los poetas, con un dibujo ocupando media página del A4 cuadriculado. Y en la ligereza de mi mente surgen pensamientos y dilemas en torno a la simpleza existencial sobre situaciones que han determinado el deterioro de la humanidad, la miseria, la vanagloria, la vanidad y el desconsuelo… Apago la tele para no distraerme con el noticiero y vuelvo al intento de carta. Me quedo mirando el papel en blanco incapaz de unir dos sílabas que materialicen grafismos con lo que quiero decirte. O quizás ya no haya nada que de sentido a dos palabras juntas, que todas las letras se han difuminado en las lágrimas que derramé en el papel del último verso que te envié hace 90 días.

EL CÁNTARO ROTO

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Octavio Paz. México, 1955 La mirada interior se despliega y un mundo de vértigo y llama nace bajo la frente del que sueña: soles azules, verdes remolinos, picos de luz que abren astros como granadas, tornasol solitario, ojo de oro girando en el centro de una explanada calcinada, bosques de cristal de sonido, bosques de ecos y respuestas y ondas, diálogo de transparencias, ¡viento, galope de agua entre los muros interminables de una garganta de azabache, caballo, cometa, cohete que se clava justo en el corazón de la noche, plumas, surtidores, plumas, súbito florecer de las antorchas, velas, alas, invasión de lo blanco, pájaros de las islas cantando bajo la frente del que sueña! Abrí los ojos, los alcé hasta el cielo y vi cómo la noche se cubría de estrellas. ¡Islas vivas, brazaletes de islas llameantes, piedras ardiendo, respirando, racimos de piedras vivas, cuánta fuente, qué claridades, qué cabelleras sobre una espalda oscura, cuánto río allá arriba, y ese sonar remoto de

Nefelibato...

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Nefelibato ser fabricado de creencias.  El infinito, perenne, sempiterno e inconmensurable amor se esfumó en la repentina constatación de la inexistencia... Epifanía.

El suicidio

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